Fido y Sasha
Un amor incondicional
A pesar de sus limitaciones son capaces de demostrar su sentir, eso me han enseñado Fido y Sasha durante más de seis años. La fortaleza ante una enfermedad inexplicable y el amor sin condición hacia sus dueños.
Por Jessenia Bautista Ponce
Tu
llegada a casa cambió nuestras vidas por completo. Aún recuerdo aquel día
jueves en el que llegaste a vivir con nosotros. Era una tarde de invierno del
año 2007, y Graciela, una amiga que había trabajado con mi madre en su restaurante
llegó a encargarnos un perro porque se iba de viaje. Era chiquito tenía hocico
negro y pelaje blanco. Mi madre y yo aceptamos encantadas, después de todo solo
se iba a quedar un mes con nosotros, así que tratamos de no encariñarnos mucho.
De tanta alegría nos olvidamos de pedir su nombre. Así
que decidimos ponerle Sasha. Era tan adorable que causaba ternura con solo verlo.
Mi madre que nunca antes había aceptado un perro en casa, porque decía que
ensuciaban mucho con su pelaje, aceptó cuidarlo con la condición que solo sería
un mes.
Al comienzo le costó adaptarse, no se acercaba a
nosotros, tenía miedo. Estaba triste por sus antiguos dueños, seguro los
extrañaba. Lloraba en las noches, hasta que poco a poco con el pasar de los
días fue perdiendo el temor. Salíamos a comprar juntos, jugábamos en el patio de la casa, montaba
bicicleta y él iba corriendo atrás conmigo de esa manera fue perdiendo el miedo
a estar con nosotros.
Pasó el mes y la señora no regreso por él. Nunca más la
volvimos a ver. Desde entonces mi vida cambió y para bien. Con el poco tiempo
que compartimos, aprendí a quererlo y a entender cada síntoma que mostraba cuando
tiene sed, cuando está cansado, cuando esta triste , así que decidí adoptarlo,
después de todo se había convertido en un integrante más de la familia.
Tenía que enseñarle nuevos hábitos, como no orinar en
casa, no subirse al mueble, no morder mis cosas, no morder a las personas que
venían a casa entre otros más. Me costó, pero aprendió.
Al poco tiempo llego Fido, un cachorrito de cinco meses.
Yo salía del colegio y estaba llegando a casa, mi madre me dijo_ tengo una
sorpresa para ti. Y vaya que fue así, toque la puerta y al abrir caminó hacia
mí como quien me da la bienvenida, un bóxer blanquito, con manchas marrones, cola
corta, tenía una oreja hacia arriba y la
otra abajo, un detalle que lo hacía ver gracioso. Sasha, estaba celoso con su presencia. Hasta que comprendió
que los queríamos a los dos por igual. Y comenzaron a ser amigos.
Sus travesuras me enseñaron a tener paciencia, más aún
cuando se perdía mis zapatos y casi siempre lo encontraba en sus camas, recuerdo
cuando destrozaron una sandalia que recién había comprado, tenía mucho brillo y
me imaginé que eso llamó su atención para que lo agarraren como juguete.
Mi madre, una mujer de tez trigueña, cabello largo color
negro, estatura media y contextura delgada, casi nunca estaba en casa debido a
su trabajo, no le agradaban los perros,
pero estos animalitos cambiaron ese sentir que ella tenía. Los comenzó a querer
y ellos le retribuían con amor. Ella sabía lo importante que era para mí la
compañía de Fido y Sasha cuando estaba sola en casa.
El cariño de ambos me hizo entender el amor verdadero,
porque siempre están ahí incondicionalmente tratando de protegerme. Cuando fui
a comprar al mercado que está a unas cuadras de mi casa, un amigo se acercó y
me agarro el hombro, mis perros se pusieron alerta y comenzaron a ladrar. Ellos
siempre están cuidando que ningún extraño se acerque a nosotros, ni a la casa. De esa manera nos recompensan todo lo que hacemos
por ellos.
RAPTO
AL PASO
En una tarde saqué a mis perros a la calle para que
jueguen un rato, Fido desapareció, siempre lo hacía y hasta entonces nunca
había pasado nada, pero esta vez no fue así. Fido no estaba por ningún lado, lo
busque pregunte a los vecinos_ ¿han visto a mi perro? nadie sabía nada, me
resigne a quedarme solo con Sasha, ya que nadie me daba razón.
Paso una semana y un par de días. Yo llegaba a casa del
colegio, vi de lejos a un perro cerca a la puerta, me acerque rápido, aun
guardaba la esperanza de encontrar a Fido, me emocione al verlo, era él tenía una
soga atada a su cuello y estaba con la mirada desorientada. Lo abrace fuerte, mientras me imaginaba lo
que tuvo que hacer para escapar de las personas que se lo llevaron. Le quité la
soga con mucho cuidado, porque le ajustaba y lo estaba lastimando.
UNA
ENFERMEDAD
Con el paso del tiempo Fido cambió su aspecto, creció bastante,
ya no era el mismo cachorrito. Creció tan grande que le paso a su compañero. En
una tarde jugando con una botella de plástico en la sala de mi casa cerca a mi
madre, Fido se desplomo, cayó al suelo asustándonos, cuando trató de levantarse
nos asustamos más, estaba extraño no se pudo parar, no sabíamos que le pasaba.
Lo llevamos al veterinario, solo le pusieron unas ampollas y nos dijeron que
era alérgico.
De regreso a casa, seguía igual, teníamos la esperanza
que esas ampollas hicieran efecto, pero nuestra esperanza fue desapareciendo
con el pasar de los días. El ya no se levantaba de su cama, no podía caminar, estaba
postrado en el colchón que le acomodamos en el patio. La pena me embargaba, se
arrastraba porque las patas traseras no le respondían. Bajo de peso, ya que no
podía comer como antes. Nosotros nunca cambiamos con él, lo tratábamos con el
mismo amor de siempre.
Los meses pasaban y no se recuperaba, no encontraba
explicación a su situación. ¿Qué le sucedió? Era la pregunta que siempre vagaba
en mi cabeza. Lo veía sufrir, no sabía qué hacer para ayudarlo.
Habían pasado varios meses, y aún no había mejoras en su estado. En
una conversación con mi madre me dijo_ Fido sufre mucho, hemos ido a que lo
revisen y no ha mejorado en nada, será mejor que lo inyectemos; yo no quería
pero ella tenía razón, así que le di mi aprobación. Tratamos de hacerlo pero no
pudimos. Recordamos todos los momentos a su lado y me conmovió verlo ahora así.
Lo llevamos a otro veterinario y le pusieron un par de
ampollas más, teníamos que volver a llevarlo para las otras dosis. Le hablábamos_
pon de tu parte, no te asustes, tranquilo que no dejaremos que nada malo te
pase. Desde entonces comprendí que los animales son más inteligentes de lo que
uno se imagina. Y si pudo aprender las reglas de no orinar en casa y a dar la
pata, también podía comprender lo que le decía.
Comenzó a mejorar poco a poco. Mis vecinos y amigos me
preguntaban por él_ Donde está tu perrito ¿ha muerto? ¿Por qué Sasha esta solo?
Eran las mismas preguntas de siempre.
No quería que lo vean así, hasta que logre estar mejor.
Fido reaccionó bien y a pesar que dudábamos de su mejora, contra todo pronóstico demostró
que quiso seguir viviendo. Fue una gran lucha y nos enseñó la gran fortaleza
que guardaba dentro. Puede que no tenga la posibilidad de expresar verbalmente
su dolor, su alegría, su tristeza, su malestar, pero siempre nos demuestra lo
mucho que nos ama.
MEJOR
AMIGO
Lleva seis años con nosotros, y Sasha un año más, nos
hemos compenetrado tanto que ya sabemos los gustos de cada uno. Ahora entiendo
eso de mejor amigo del hombre, y sí que lo es, cuando me toca amanecerme
haciendo un trabajo y todos se van a dormir, Fido se queda a mi lado esperando
que apague la computadora y vaya a mi cuarto.
Cuando estoy triste, ellos lo sienten y se acercan a mi
buscando una caricia, cuando hacen algo malo lo reconocen y no salen de su cama
hasta que nosotros le decimos lo contrario, son unos verdaderos amigos porque
te puedes desahogar con ellos y nunca le dirán nada a nadie, pero si te
entienden. El amor que te demuestran es realmente incondicional.
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