jueves, 9 de julio de 2015

JOSÉ GALVEZ: UNA HISTORIA DE CONSTRUCCIÓN.

Honorio Tuesta: “yo estuve cuando todo esto era pampa”.

CONSTRUYENDO MI PROPIA CASA, TERMINÉ CONSTRUYENDO PARTE DE UN DISTRITO, JUNTO CON MIS VECINOS.

Independencia es tan grande, que ni sus propios habitantes conocen los límites de esta. José Galvez, una de sus divisiones, tiene una historia de fuerza en conjunto que contar.
Por Alyson Arellano Gutiérrez
En las tardes vemos niños jugando en las pistas, en algunas cuadras estas se encuentran desgastadas y otras, en óptimas condiciones. ¿Por qué? Detrás de estas pistas hay una historia y detrás de estos niños, hay una generación que también jugaba en ellas y una anterior que se dedicó a hacerlas. Aquellas pampas, como comentan los vecinos con años en el distrito, se convirtieron en casas de un piso, dos pisos y ahora hasta cuatro. Hay parques y mercados, como el local, FEVACEL, Plaza Norte, ente otros. Aunque la suciedad es lo que opaca el distrito, la cantidad de niños jugando en las calles es lo que da alegría, la cantidad de ancianos que se encuentran en las tardes, más de tres cuadras de negocios variados, es lo que da realce a José Galvez, Independencia.
Todo comenzó hace 44 años aproximadamente, Honorio Tuesta, vivía en el Rímac con sus tres hijos y esposa. Su hermano, Alindor, le pasó la voz  diciéndole que se estaban vendiendo terrenos más allá de San Martín de Porres, lo que tenía que hacer era inscribirse en el Asociación de Choferes Profesionales del Perú, pagar una inscripción y ver el terreno. El banco estaba dando muchísimas facilidades de pago y construcción, el terreno y las veredas le iban a costar 9 mil soles , este monto era el mismo para todos los vecinos. No obstante, él tenía que velar por su terreno, su rutina diaria era trabajar en el Rímac e ir él solo a su terreno para hacer las zanjas de su casa, una tarea realmente ardua, la cual hoy lo comenta con todo orgullo.
La rutina no llevaba ninguna sorpresa, hasta que un día fue la diferencia. A la espalda de José Galvez, conformada por varias cuadras, estaban invadiendo la zona “La Melchorita” cuyos terrenos ya habían sido comprados pero sus dueños no se encontrabana ahí. Alindor, el hermano de Honorio, había comprado un terreno justo en esa zona. Los invasores no iban para menos y querían entrar a José Galvez; sin embargo, los dueños de esa urbanización sí estaban ahí, hicieron unas rejas con alambres bordeando todos los límites de su zona complementando con la cadena humana que hicieron un par de veces, la vigilancia turnada en las noches. Honorio cuenta que inclusive se parecía a un campo de batalla, ya que todo era tierra, pampa y los invasores, al querer expandirse, llegaron a los golpes, tuvo que quedarse varios días en José Galvez, no tenía pensado perder su terreno, así que como estaba la casa , aún no terminada, trajo a su familia a vivir a este distrito.
 La policía no podía hacer nada. El señor Alindor terminó sin terreno y así como él muchos más, inclusive, tiempo después, dentro de José Galvez ingresó un invasor y hasta el día de hoy su familia sigue viviendo allí.

LA POLICÍA NO PODÍA HACER NADA, EL BANCO SÍ.
Debido a que los invasores ocuparon terrenos ajenos, había personas que ya habían hecho sus préstamos para los terrenos y ya estaban pagando. El banco decidió no actuar con fuerza, dejó las cuentas como estaban y no cobró más, Honorio pagó 4 mil soles. Eso podría suponer una ventaja, pero no. El banco no al paralizar las cuentas, paralizó el contrato, por ende, no hubo construcción de veredas ni pistas, lo cual terminó resultando más caro que el contrato inicial, bordeando los 25 mil soles por vecino. Cada cuadra se encargó de sus propias pistas y veredas, es por ello que la calidad varía en cada cuadra, Honorio y sus vecinos fueron los que pagaron una cantidad fuerte, la anterior. Sus pistas el día de hoy se mantienen en un estado más o menos óptimo, no obstante, hay otras que están realmente deterioradas. A eso le sumamos las veredas.

Si bien es cierto, contrataron un servicio para esta construcción, los vecinos fueron quienes básicamente hicieron la tarea ya que el monto era por materiales y construcción, pero estos no se quedaron atrás. 
EL DESAGÜE NO SE HACE SOLO
El desagüe es algo vital, los hogares que ya se habían instalado como el de Honorio, utilizaban el silo, para orinar y defecar. No había otra opción que ellos mismos hacer las cavaciones para el desague. De la misma forma sucedió con sus casas, algunos se apoyaron en albañiles mientras otros, como Honorio, lo hicieron ellos mismos con ayuda de una persona más. Los vecinos se ayudaban entre sí y mantenían sus reuniones mensuales con la Asociación de Choferes Profesionales del Perú. Los días que transcurrían eran arduos, cansados y tediosos. Hoy José Galvez es una urbanización que cuenta con todo, las casas son familiares y solo algunas en alquiler. La tradición de jugar en la calle sigue en pie, con los hijos de los hijos de quienes fundaron José Galvez.
QUE ALGUIEN CUENTA LA HISTORIA A LOS NIÑOS Y ADOLESCENTES.
Esta división de Independencia no tuvo mucha ayuda más que ellos mismos, y esta historia no ha pasado de generación en generación, ha quedado sellado en los labios de los más ancianos. Si bien es cierto, hay unión vecinal, la falta de amor hacia el distrito hace que la suciedad incremente. Honorio ahora tiene varias nietas, su casa se mantiene de un piso, pero su amor por el distrito hace que inculque la limpieza del mismo. Si cada habitante supiera esta historia y el sudor que trajo consigo a sus familiares, José Galvez sería mejor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario