Honorio Tuesta: “yo estuve cuando
todo esto era pampa”.
CONSTRUYENDO MI PROPIA CASA, TERMINÉ CONSTRUYENDO PARTE DE UN DISTRITO, JUNTO CON MIS VECINOS.
Independencia es tan grande, que
ni sus propios habitantes conocen los límites de esta. José Galvez, una de sus
divisiones, tiene una historia de fuerza en conjunto que contar.
Por Alyson Arellano Gutiérrez
En las tardes vemos niños jugando
en las pistas, en algunas cuadras estas se encuentran desgastadas y otras, en
óptimas condiciones. ¿Por qué? Detrás de estas pistas hay una historia y detrás
de estos niños, hay una generación que también jugaba en ellas y una anterior
que se dedicó a hacerlas. Aquellas pampas, como comentan los vecinos con años
en el distrito, se convirtieron en casas de un piso, dos pisos y ahora hasta
cuatro. Hay parques y mercados, como el local, FEVACEL, Plaza Norte, ente
otros. Aunque la suciedad es lo que opaca el distrito, la cantidad de niños
jugando en las calles es lo que da alegría, la cantidad de ancianos que se
encuentran en las tardes, más de tres cuadras de negocios variados, es lo que
da realce a José Galvez, Independencia.
Todo comenzó hace 44 años
aproximadamente, Honorio Tuesta, vivía en el Rímac con sus tres hijos y esposa.
Su hermano, Alindor, le pasó la voz
diciéndole que se estaban vendiendo terrenos más allá de San Martín de
Porres, lo que tenía que hacer era inscribirse en el Asociación de Choferes
Profesionales del Perú, pagar una inscripción y ver el terreno. El banco estaba
dando muchísimas facilidades de pago y construcción, el terreno y las veredas
le iban a costar 9 mil soles , este monto era el mismo para todos los vecinos.
No obstante, él tenía que velar por su terreno, su rutina diaria era trabajar
en el Rímac e ir él solo a su terreno para hacer las zanjas de su casa, una
tarea realmente ardua, la cual hoy lo comenta con todo orgullo.
La rutina no llevaba ninguna
sorpresa, hasta que un día fue la diferencia. A la espalda de José Galvez,
conformada por varias cuadras, estaban invadiendo la zona “La Melchorita” cuyos
terrenos ya habían sido comprados pero sus dueños no se encontrabana ahí. Alindor,
el hermano de Honorio, había comprado un terreno justo en esa zona. Los
invasores no iban para menos y querían entrar a José Galvez; sin embargo, los
dueños de esa urbanización sí estaban ahí, hicieron unas rejas con alambres bordeando
todos los límites de su zona complementando con la cadena humana que hicieron
un par de veces, la vigilancia turnada en las noches. Honorio cuenta que
inclusive se parecía a un campo de batalla, ya que todo era tierra, pampa y los
invasores, al querer expandirse, llegaron a los golpes, tuvo que quedarse
varios días en José Galvez, no tenía pensado perder su terreno, así que como
estaba la casa , aún no terminada, trajo a su familia a vivir a este distrito.
La policía no podía hacer nada. El señor
Alindor terminó sin terreno y así como él muchos más, inclusive, tiempo
después, dentro de José Galvez ingresó un invasor y hasta el día de hoy su
familia sigue viviendo allí.
LA POLICÍA NO PODÍA HACER NADA, EL BANCO SÍ.
Debido a que los invasores
ocuparon terrenos ajenos, había personas que ya habían hecho sus préstamos para
los terrenos y ya estaban pagando. El banco decidió no actuar con fuerza, dejó
las cuentas como estaban y no cobró más, Honorio pagó 4 mil soles. Eso podría
suponer una ventaja, pero no. El banco no al paralizar las cuentas, paralizó el
contrato, por ende, no hubo construcción de veredas ni pistas, lo cual terminó
resultando más caro que el contrato inicial, bordeando los 25 mil soles por
vecino. Cada cuadra se encargó de sus propias pistas y veredas, es por ello que
la calidad varía en cada cuadra, Honorio y sus vecinos fueron los que pagaron
una cantidad fuerte, la anterior. Sus pistas el día de hoy se mantienen en un
estado más o menos óptimo, no obstante, hay otras que están realmente
deterioradas. A eso le sumamos las veredas.
Si bien es cierto, contrataron un
servicio para esta construcción, los vecinos fueron quienes básicamente
hicieron la tarea ya que el monto era por materiales y construcción, pero estos
no se quedaron atrás.
EL DESAGÜE NO SE HACE SOLO
El desagüe es algo vital, los
hogares que ya se habían instalado como el de Honorio, utilizaban el silo, para
orinar y defecar. No había otra opción que ellos mismos hacer las cavaciones para
el desague. De la misma forma sucedió con sus casas, algunos se apoyaron en
albañiles mientras otros, como Honorio, lo hicieron ellos mismos con ayuda de
una persona más. Los vecinos se ayudaban entre sí y mantenían sus reuniones
mensuales con la Asociación de Choferes Profesionales del Perú. Los días que
transcurrían eran arduos, cansados y tediosos. Hoy José Galvez es una
urbanización que cuenta con todo, las casas son familiares y solo algunas en
alquiler. La tradición de jugar en la calle sigue en pie, con los hijos de los
hijos de quienes fundaron José Galvez.
QUE ALGUIEN CUENTA LA HISTORIA A
LOS NIÑOS Y ADOLESCENTES.
Esta división de Independencia no
tuvo mucha ayuda más que ellos mismos, y esta historia no ha pasado de
generación en generación, ha quedado sellado en los labios de los más ancianos.
Si bien es cierto, hay unión vecinal, la falta de amor hacia el distrito hace
que la suciedad incremente. Honorio ahora tiene varias nietas, su casa se
mantiene de un piso, pero su amor por el distrito hace que inculque la limpieza
del mismo. Si cada habitante supiera esta historia y el sudor que trajo consigo
a sus familiares, José Galvez sería mejor.